Página web que reúne publicaciones y otros documentos afines, del colectivo Copal – Solidaridad con los grupos nativos, activo en Perú entre los años 1980 y 1992.

Apuntes históricos sobre Copal y la revista Amazonía Indígena

Amazonía Indígena fue una revista publicada por el colectivo Copal-Solidaridad con los grupos nativos entre 1980 y 1992. En sus orígenes, en el año 1977, Copal constituía un espacio de encuentro entre personas que tenían como interés común el apoyo a los pueblos indígenas de la Amazonía. Motor principal de esta iniciativa fue el antropólogo norteamericano Richard Smith. Al comienzo el grupo no tenía nombre y fue recién en 1979, en una reunión en casa de Richard Smith, en Oxapampa, donde se optó por el nombre de Copal y se decidió inscribir al colectivo en registros públicos. El nombre Copal no resultaba de una sigla, sino, más poéticamente, aludía a un árbol amazónico del cual se extrae una resina que sirve para alumbrar, además de otros usos, tales como calafatear embarcaciones o impermeabilizar ceramios o bolsas.

Copal congregaba a personas con diversas ocupaciones. Había antropólogos que trabajaban con pueblos indígenas, tanto extranjeros (Thomas Moore y Richard Smith) como peruanos (Alberto Chirif, Carlos Mora y Lissie Wahl). Había estudiantes de antropología de la Universidad Católica (Frederica Barclay, Rosario Basurto, Margarita Benavides, Fernando Santos, Lucy Trapnell, Pilar Saravia y Carlos Salazar, aunque estos dos últimos solo participaron en las primeras reuniones) y, aunque se invitó a estudiantes de esta misma carrera de la Universidad de San Marcos (el grupo que más tarde fundaría CEDIA), estos solo asistieron a unas pocas reuniones. Había finalmente un grupo de personas, mayormente extranjeras, que trabajaban en diferentes lugares de la Amazonía, en actividades de apoyo a los pueblos indígenas. Entre ellas cabe mencionar a Carolyn Heath y John Beaucleck, ambos ingleses, que inicialmente trabajaban con los Shipibo en apoyo de Maroti Shobo, una cooperativa de artesanos -aunque, más tarde, John se fue a trabajar con los Asháninka del río Ene. También integraron el grupo dos franceses: Dominique Temple, que venía de trabajar con indígenas en Paraguay, de donde tuvo que escapar por la dictadura de Stroessner; y Philippe Guillot, un profesor del colegio Franco Peruano. Finalmente, aunque pocas veces, dado que vivía en el Marañón, también participó en algunas de las reuniones el abogado español Pedro, “Perico”, García.

En un comienzo las reuniones las convocaba Richard Smith, generalmente a sugerencia de algunos de sus miembros. Más adelante, al término de una reunión se acordaba la fecha de la siguiente. En sus inicios, el grupo se reunía en la casa de Philippe Guillot, en Barranco, pero luego se cambió el lugar de reunión a la oficina de OXFAM Inglaterra, en Miraflores, que generosamente proporcionaba un espacio para sus encuentros. Por ese entonces, Lucy Trapnell trabajaba en OXFAM Inglaterra y fue ella quien se encargó de conseguir el local para las reuniones del grupo. Luego, esa oficina fue compartida entre OXFAM Inglaterra y CIPA, una ONG fundada por Alberto Chirif y Carlos Mora en 1978, la cual, dos años más tarde, se mudó a otro local, en la avenida Ricardo Palma del mismo distrito.

Cuando las reuniones ya se realizaban en la oficina de OXFAM Inglaterra, a sugerencia de Richard Smith se comenzó a invitar a líderes indígenas a participar en los encuentros. Estos eran muy jóvenes y pertenecían a las nacientes organizaciones indígenas: Vicente Pishagua y Ricardo Frey (Yánesha), Evaristo Nugkuag (Awajún), Ángel Soria (Shipibo), y Washington Bolívar (Uni).

En las reuniones de Copal se discutían asuntos de la política nacional que afectaban a las comunidades nativas y se acordaba realizar trabajos en conjunto. En 1979 la tarea más importante fue desarrollar una campaña informativa dirigida a las comunidades nativas sobre las elecciones generales de 1980 que habían sido anunciadas por el presidente Francisco Morales Bermúdez, para poner fin al gobierno militar. Con este fin, Copal elaboró un folleto muy modesto (en formato medio A4, impreso a mimeógrafo) para informar a las comunidades sobre las elecciones, la organización del Estado y en especial, la del Congreso, y los planteamientos de los partidos políticos sobre los derechos de los pueblos indígenas. Por entonces, Copal no contaba con financiación alguna. Por el contrario, con frecuencia sus integrantes realizaban colectas para costear pequeñas actividades y compras, como fue el caso de este folleto informativo.

En 1979 apareció el primer número del Boletín Copal (impreso en el mismo formato y por el mismo medio antes señalado) que contenía notas breves sobre los reclamos de tierras de las comunidades y cuestiones relacionadas con la política nacional. Ese mismo año, un nuevo número de dicho informativo daba cuenta de las reuniones de las nacientes organizaciones en diversos lugares de la Amazonía y planteaba el tema de las elecciones de 1980. A partir del número 3 (marzo, 1980), el boletín fue editado en formato A4 e impreso en imprenta. El boletín se publicó entre diciembre de 1979 y enero de 1982, siendo el 13 su último número. En adelante se dejó la iniciativa en manos de COCONASEP (Coordinadora de Comunidades Nativas de la Selva Peruana), que se había creado recientemente y había anunciado que editaría su propia revista.

A partir de entonces Copal concentró sus esfuerzos en la publicación de Amazonía Indígena, revista que había comenzado a editar a mediados de 1980. Esta abordaba tanto temas de coyuntura, como el análisis crítico de propuestas de ley y políticas destinadas a hacerse de los territorios indígenas o de los recursos de los bosques, como acercamientos a la cultura de los pueblos indígenas y propuestas de sus organizaciones. Combinaba, por lo tanto, artículos sobre asuntos de actualidad, denuncias sobre problemas que afectaban a los pueblos indígenas, trabajos de corte académico y testimonios indígenas. Algunos números fueron dedicados a temas específicos, tales como los ecosistemas amazónicos y sistemas agrícolas nativos, las narrativas y tradiciones orales indígenas o la etnohistoria de la región. En algunas instancias se optó por incluir artículos sobre otros sectores sociales de la Amazonía peruana, como es el caso del número dedicado a la población campesina ribereña, la cual comparte gran número de prácticas con los pueblos indígenas de la región. Adicionalmente, Copal editó un número especial, llamado “Poesía y Narrativa Amazónica Contemporánea”, una antología recopilada por Fernando Santos y Frederica Barclay, que recoge la producción de diversos escritores de Loreto y Ucayali, fechado en mayo de 1991.

La revisión de los trece números del Boletín Copal es muy útil para conocer las actividades que realizó el grupo durante los años 1979-1982. En cambio, la lectura de Amazonía Indígena es útil no solo para esto sino también para ampliar la reflexión sobre diversos temas, algunos de los cuales mantienen su vigencia.  

Una tarea central de Copal fue preparar en 1978 una propuesta sobre los derechos indígenas que deberían ser considerados en la nueva Constitución Política del Perú, que finalmente fue aprobada en 1979. Luego de llegar a un consenso sobre el texto, este se imprimió en hojas sueltas que fueron repartidas entre los diferentes partidos, tanto de izquierda como de derecha, y líderes de comunidades y organizaciones indígenas. La desilusión fue grande porque el nuevo texto constitucional no recogió las propuestas de Copal, sino que, por el contrario, dio marcha atrás en varios derechos que habían sido reconocidos a las comunidades indígenas en la Constitución de 1933.

Alrededor de 1980, líderes de tres organizaciones -Awajún, Shipibo y Yánesha- habían conseguido fondos de OXFAM Inglaterra para alquilar una casa (ubicada en la calle Carlos Arrieta del distrito capitalino Jesús María, a la cual se llamó “Casa Nativa”), con la finalidad de que sirviese de punto de encuentro y coordinación entre líderes, y de hospedaje para los delegados que llegaban a Lima a fin de realizar trámites, especialmente con la administración pública.

Hasta entonces en las reuniones de Copal participaban tanto los miembros del grupo como los líderes indígenas, en momentos de manera conjunta y en otros de manera separada, para discutir una serie de temas y problemas que afectaban a los pueblos indígenas amazónicos y trazar estrategias para la defensa de los derechos indígenas. En 1981, en una reunión de Copal realizada en la “Casa Nativa”, Evaristo Nugkuag declaró el interés de los líderes indígenas de continuar reuniéndose en Lima, pero solo entre indígenas. Constituyeron entonces una organización que llamaron COCONASEP (Coordinadora de Comunidades Nativas de la Selva Peruana), que fue el inicio de lo que poco después se denominaría AIDESEP (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana).

En esos años (1981-1982) comenzaron a surgir algunas tensiones entre Copal y CIPA, ya que esta última institución percibía tanto a la naciente organización indígena como a Copal, que apoyaba sus reclamos, como una competencia. Algunos organismos de cooperación internacional, como HIVOS (Holanda), ponían como requisito para financiar a CIPA que sus iniciativas contaran con la aprobación previa de AIDESEP. Fue en este contexto que CIPA propició la creación de CONAP (Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú) para avalar sus proyectos.

En 1982, Copal, que hasta entonces había funcionado con trabajo voluntario y escasos fondos, decidió ampliar sus actividades. Para este fin consiguió fondos propios, contrató a tres personas (Rosario Basurto, Margarita Benavides y Fernando Basurto) para coordinar y llevar adelante las actividades del grupo y alquiló un local, además de contar con las demás formalidades propias de una asociación de este tipo (personería jurídica, documentos contables y otros). Con el paso del tiempo, sin embargo, y por razones que deberían ser analizadas en otro espacio, se agudizaron una serie de contradicciones en su interior. Los fondos escasearon y Copal se vio obligada a compartir su oficina con otra institución a fin de poder pagar el alquiler.

Esta etapa coincidió con la dispersión física de muchos de sus integrantes, quienes viajaron a provincias para continuar sus trabajos de investigación o apoyo a las comunidades nativas o al extranjero para continuar con sus estudios. Como resultado, Copal dejo de ser el núcleo que articulaba iniciativas y discusiones de una serie de personas con intereses comunes en la región y los pueblos indígenas. A pesar de ello y de la escasez de fondos, Copal continuó publicando la revista Amazonía Indígena con el apoyo de un pequeño fondo proporcionado por OXFAM Inglaterra. El trabajo voluntario de los encargados de las ediciones y las pequeñas ventas hicieron posible que el dinero alcanzara para más números de los previstos.

En tanto punto de encuentro, Copal nunca tuvo un comité directivo. La responsabilidad de la edición del Boletín Copal y de Amazonía Indígena se determinaba en las reuniones y era cambiante. Siguieron publicándose números incluso después de la dispersión de sus miembros y del fin de su carácter como centro de reunión de personas con intereses comunes. Durante sus últimos años quienes mayormente estuvieron a cargo de su edición fueron Alberto Chirif, Frederica Barclay y Fernando Santos. Amazonía Indígena se repartía a diversas instituciones y personas, con frecuencia bajo la modalidad de intercambio. También se vendía en algunas librerías, entre ellas la llamada “librería de los chinos” (porque vendían el Libro Rojo de Mao y mucha literatura de la República Popular de China), ubicada en el Jirón Camaná del centro de Lima. Estas ventas incrementaban los fondos que Copal había recibido de diversas instituciones para financiar su edición. Por esta razón y por el apoyo voluntario de mucha gente se pudo editar más números que los que habían sido programados inicialmente. 

La época más activa de Copal fue entre 1977 y 1982 y su desaparición como núcleo articulador fue alrededor de 1983. No obstante, la amistad entre muchas de las personas vinculadas por estos intereses comunes ha hecho posible que sus reflexiones y el espíritu que lo animaba se trasladen a espacios incluso menos formales -pero igualmente activos- de los que tuvo Copal en su momento. El último número de Amazonía Indígena, el 19, se publicó en enero de 1992.

Julio de 2023